La guerra contra los japoneses en México (kitsu Tsuru y Masao Imuro)

La Guerra contra los japoneses en México
(Kiso Tsuru y Masao Imuro, migrantes vigilados)
De Sergio Hernández Galindo
Editorial Itaca

El libro de Sergio Hernández expone con claridad la sincronización de tres historias nacionales, las de Japón, México y Estados Unidos, que explica el objeto del libro: la migración japonesa en la primera mitad del siglo XX a los países de América, y su difícil tránsito por los años de la segunda guerra mundial: La vigilancia y persecución que sufrieron las comunidades japonesas.

Todo migrante porta consigo la historia de su país. En el motivo de su viaje esta la situación que vive el país que abandona. En su lengua, en sus ideas, en su educación, trae consigo la historia. La forma en la que un país los recibe, contiene la historia de ese país, sus ideas, sus circunstancias, sus intereses.
La historia que Sergio nos cuenta tiene un año clave: 1941. El año del ataque a Pearl Harbor. Ese acontecimiento desató a los demonios en muchos sentidos: la reacción de Estados Unidos es de indignación y furia. Pero en realidad no es sino la continuación de una política, en materia de migración que se había definido desde 1924 con la promulgación de una Acta de Inmigración, aprobada por el senado y fundamentada con argumentos racistas, que cerraba la frontera a los inmigrantes japoneses. En realidad la reacción de 1941 no es sino la cristalización de un deseo previo de confrontación con la comunidad japonesa y con Japón mismo.
En México la fecha clave de esta historia 18 de marzo de 1938, día en que se expropió a las compañías petroleras. Japón había mantenido una visión geoestratégica en la que otorgaba un lugar destacado a México. Le interesaba la cooperación económica, especialmente en relación a las materias primas, desde mucho antes de que estallara la segunda guerra mundial. La contradicción entre dos países, EEUU y Japón, que tenían intereses expansionistas y de control imperial, se había venido gestando desde principios del siglo, y no se quitaban la mirada de encima. Tras la expropiación del petróleo, cuando México tuvo que enfrentar las presiones y el boicot de Estados Unidos e Inglaterra, la existencia de nexos empresariales y gubernamentales con Japón abrió la posibilidad de vender el petróleo, y otras materias primas, a Japón. Esto alivió la situación de la industria mexicana, pero también, en las condiciones de la guerra inminente, obligó a Estados Unidos a abandonar el boicot y aceptar el hecho irreversible de la expropiación.
El libro nos cuenta con bases documentales sólidas la trama petrolera de los años treinta. El contexto mundial. Los intereses de las naciones protagonistas. Y en medio de todo las vidas de dos personas: inmigrantes japoneses en México: Kiso Tsuru y Masao Imuro.
Las vidas de Imuro y Tsuro son muy distintas. Ellos mismos son muy distintos. Y sin embargo la suma de las dos historias dan un idea muy profunda de lo que significó la migración.
Tsuru es un hombre activo, emprendedor, capaz de relacionarse con gente importante del escenario mexicano, capaz de entender las posibilidades de los negocios en las condiciones conflictivas que vive el mundo, capaz de entender las necesidades de su país de origen, capaz de servir a los intereses propios y a los de Japón. Es el agente secreto perfecto en el imaginario de cualquier novelista. Su actividad es pieza clave en la trama petrolera.
Imuro, en cambio, parece un joven ingenuo. Es producto de la historia japonesa del siglo XX, de su sistema educativo, comparte el orgullo nacional. Es producto de la renovación Meiji (1868) y del nuevo estado japonés, con el Tenno como figura política y sagrada que representa la unidad nacional. Imuro parece un producto demasiado puro de la historia japonesas. También por eso demasiado ingenuo. Es en muchos sentidos víctima de circunstancias que no controla, que no conoce, que lo sorprenden, y eso lo lleva a purgar muchos años de cárcel.
Las dos figuras dan cuenta de la historia de la comunidad japonesa en México. La manera en que Sergio nos la cuenta, habla también de nuestra historia, la mexicana, y la historia mundial, la de la segunda guerra mundial y dos de sus principales protagonistas: Japón y Estados Unidos.
Es difícil conseguir lo que Sergio consiguió. Hablar de historias personales, individuales, y a través de ellos hacernos entender la historia de los países. La investigación que llevó a cabo fue acuciosa. Recurrió a documentos en archivos en México y en Estados Unidos, y a testimonios vivos. El resultado es un libro apasionante. Nos muestra la gran historia desde las pequeñas historias. Es un libro breve que contiene una investigación grande. Un libro muy recomendable. No se lo pierdan.

Feria del libro del Palacio de Minería
29 de febrero de 2012

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